Toda la vida tiempo

El tiempo no solo habita en el interior de los bosques

escribí una vez.

Alrededor de mí

desaparecen los vestigios.

La distancia o vacío

se encarama a mis espaldas

como una repentina sentencia.

Yo soy el culpable

de haber vivido.

El peso de la memoria

me hará mirar,

cada vez más,

hacia abajo.

Rozamos con los dedos un nuevo lenguaje

Pensamos:

“es hora de cavar túneles que atraviesen negras embajadas.

Deshacernos de la costra apagada del barco,

nadar en la superficie de este mar sucio.”

Pensamos descubrir músicas

que nos agotaran el corazón de alegría,

interpretar como afirmación

el movimiento de los columpios,

abrir los ojos,

ver,

dejar de ser intrusos.

Pero no pudimos ir más allá.

Regresamos como las olas

después de haber intentado vencer a la costumbre,

como el boomerang que lleva escrito en su ADN

el abismo curvo de la distancia

y no cree en su victoria.

Clandestinos

Primero nos asignaron un sueldo

manchado de sudor y enfermedad

y la necesidad de tatuarnos en las manos

la oscura posesión de las cosas.

Después llamamos voluntad

a las vallas clavadas en la tierra.

Trabajamos para los cartógrafos del dolor.

Delatamos, sin miramientos, a exploradores

que cavaban túneles en la sombra.

Nos acostumbraron al cautiverio.

Nos acostumbramos al cautiverio.

Un maquillaje torpe enmascara

las miradas que tiemblan.

Algunos respiran lento

para poder llamar a las cosas

por su nombre.

Dormimos de pie y por turnos,

nos sabemos presas,

intuimos que una vez fuimos

hermosos animales salvajes.

En cada latido duerme una herida

Desmenuzamos en nuestras manos la vida

y cumplimos años sin comprender el error.

La ciudad arrastra sus pasos

y en su boca una plegaria unánime.

Alguien fija la memoria en sus huellas

con esperanza de ver,

y descubre un cuerpo distinto,

un tiempo joven

donde todas las palabras yacen

consumidas por la velocidad del mundo.

Habitantes de lo pasajero

Como a lomos de una débil música

que saltara de tejado en tejado,

como la carne y el sueño.

En todo instante vive la amenaza

de lo banal o la fantasía de lo eterno.

Recuerdo el silencio durante los desayunos,

el sol siguiendo su trayectoria ardiente.

A ninguno de los dos nos importaba

que el mundo se lamiera las heridas.

Éramos ansia de paz

porque todo lo que duele es inútil.

Brotes (del libro Trayecto)

Dicen haber encontrado en los labios del otro

el antídoto contra el veneno de las piedras:

se besan con los ojos abiertos,

palpan sus pieles

como brotes de un jardín nuevo,

curan sus cicatrices con palabras de algodón.

Cuando se rozan el mundo cae rendido,

cuando se respiran tan de cerca

a los relojes se les para el corazón

y alguien sufre de envidia.

Cuando el silencio regresa a sus posesiones,

ellos se piensan inquietos:

todos los caminos conducen a sus bocas.

Trayecto

Aprendí a caminar entre gigantes de espesos cabellos.

Fui guiado por una voz femenina tintada en miel.

Nunca tuve un escaléxtric.

Participé del amor

y de las flores sin pulso

que crecen en su jardín.

Participé del amor.

Las raíces que he alimentado

nunca han conocido las firmes profundidades.

Comprendí que la soledad,

ceniza posada después de una fiesta,

forma, también, parte de la vida.

Despertar

Vivir despacio,

mirar a los ojos de los que nos rodean,

saborear todo aquello que no dicen.

 

Encender hogueras,

dar de beber,

amar sereno el tiempo del amor.

 

Soportar las plagas del cielo

con paciencia de trinchera.

El dolor es una amante peregrina.

 

Asistir al parto

de una nueva palabra.

Colocarla detrás de otra

hasta formar un río.

 

Percibir el esfuerzo del árbol

por hacerse bosque.

Observarse, de vez en cuando,

las líneas de las manos.

Comprender las alturas

Ser hallazgo en el recorrido de tus manos,

crecer a tu lado con paciencia de flor,

te prometo que ningún invierno nos hará daño.

 

Lo mismo que el agua se desborda,

inunda de sorpresas todos mis calabozos

y sin rumbo déjate llevar por las corrientes

que van de las palabras a los hechos.

 

En la misma respiración

interpretan los amantes músicas de notas azules,

decisivas razones bañadas por un viento

que sostiene sus cuerpos

por encima de los acantilados.

 

Te prometo el riesgo,

la fórmula exacta para nunca abrazar la muerte.

Aquí que una vez

Empiezo a beber agua de lluvia escasa y sus gotas

son más bien sucias lágrimas de un cielo escurrido.

 

Un esqueleto que fue bello o simplemente fue

es el decorado de calles lentas,

la tragedia vista en todas las esquinas.

 

En esta parte del mundo,

aquí donde sus caricias fueron lengua azul de río

y sus labios nubes en las grietas de esta boca,

aquí que una vez brilló la sombra

se asientan animales de carroña

que me consuelan con su pico.

 

Todo parece indicar que de nuevo vence la muerte,

o al menos esa otra forma de vida sola,

de ojos tristes,

espuma en los labios

y rostro de color amarillento.