PORTADA DEL LIBRO «LOS DORMIDOS
El tiempo no solo habita en el interior de los bosques
escribí una vez.
Alrededor de mí
desaparecen los vestigios.
La distancia o vacío
se encarama a mis espaldas
como una repentina sentencia.
Yo soy el culpable
de haber vivido.
El peso de la memoria
me hará mirar,
cada vez más,
hacia abajo.
Como si fuera un arma química,
la tristeza se aspira
hasta contagiarnos su liturgia
de amplia
pincelada
lenta.
Pequeñas tragedias suceden,
como por ejemplo,
constantemente
comprobar el tiempo que nos queda
o recorrer sin ánimo
cualquier camino.
Tal vez correr la lluvia
en los pulmones
o el corazón,
subsane esta fragilidad clara del hombre.
Sé que yo
también soy vida
pero me cuesta aceptar
que la muerte
sea nuestra invitada a cada paso.